Los edomitas, regocijándose por la caída de Jerusalén, aprovechan para ocupar el sur de Judá y extender su territorio hasta Hebrón. Abdías dice que ellos no tienen motivos para regodearse, pues, en definitiva, Dios es justo.
La expectativa de una retribución justa está presente en todos los oráculos de Abdías, el cual asocia el día de Yahvé con la llegada del juicio para las naciones. En ese juicio, Edom tiene la suerte que se merece. Además, se percibe una promesa de resurgimiento del pueblo hermano, Judá-Israel, vencido anteriormente con la colaboración de Edom.